Prensa Fundación IDEA/Reina Ruiz/20.05.24- En sus diversas presentaciones y apetitosos rellenos, la arepa de budare, elaborada a base de maíz blanco, amarillo o de arroz, se ha convertido en el hábito alimentario por excelencia del pueblo ya que ocupa un lugar privilegiado en la cultura culinaria y en la mesa de millones de venezolanos que diariamente la consumen como plato principal en sus desayunos, como complemento de sus almuerzos o en su cena.
Al especto, el investigador de la Dirección de Sociopolítica y Cultura de la Fundación Instituto de Estudios Avanzados (IDEA), José Gregorio Aguiar, en su trabajo “Compilaciones Culinarias”, afirma que desde hace más de 500 años existe un fuerte vínculo entre los venezolanos, el modo de preparación y el consumo de este alimento ancestral heredado de la gastronomía indígena, que a pesar de la modernidad mantiene y manifiesta en cada bocado: historia, unión familiar, misterio, trabajo y una explosión de sabores.
Aguiar indicó que el objetivo de su investigación ha sido “develar el significado histórico y cultural de la arepa de budare o clásica en cuanto a su tradición y sus múltiples e innovadoras maneras de presentación en la dieta del venezolano”, además de “reconstruir los aspectos históricos de la arepa de budare y su vínculo con quienes la consumen, a partir de los aspectos biográficos”.
De igual modo destacó que en su trabajo busca “identificar los elementos auráticos de la arepa de budare una vez preparada y lista para su consumo”, e “interpretar la trascendencia que implica la arepa de budare en la mesa del venezolano, desde su importancia nutricional, de arraigo y de memoria”.
Vale resaltar que la arepa se obtiene del firme amasado de la harina de maíz precocida, con agua, sal al gusto y en algunos casos, un toque de aceite vegetal o mantequilla, para obtener una masa moldeable que se redondea, para ser colocadas en un budare o sartén bien caliente, donde se cocinan para obtener arepas redonditas, crujientes, esponjosas, listas para acompañar con cualquier tipo de relleno (carne mechada, caraota, queso, pollo).
El investigador agregó que la elaboración de este hito culinario une a la familia desde el inicio de su preparación hasta el momento de su degustación, aunque también se puede conseguir en mercados populares o cadenas de supermercados en empaques de arepas preelaboradas y refrigeradas listas para cocinar.
“Es el aroma que expide justo cuando ya está lista para comer, es la imagen visual que nos atrapa, también es el sonido que hacen sus caras cuando la palmamos firmemente con las yemas de los dedos, en fin, son todos estos aspectos que se tejen, se destejen y se entretejen al momento de encontrarnos con una arepa frente a frente y estamos en la disposición de volver al vínculo en un viaje experiencial que emerge envuelto en una tradición culinaria única e irrepetible”, refirió.
Aguiar explicó que la arepa tiene su propia aura la cual engloba una historia ancestral, un misterio, al igual que el maíz, que también posee una carga de magia, religión, cultura, comunidad y otros aspectos que parten del “vínculo” que solo puede explicarse a partir del hecho experiencial de cada quien”.
De igual modo citó las palabras de Walter Benjamín, quien en su libro “La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica” aseguró “cada arepa es única e irrepetible, se renueva en su propia creación, por ende, su aura es única, irrepetible, nueva y trascendente, pues, el espacio donde se desenvuelve la arepa es un mundo original y auténtico”.
El especialista en Socioconstruccionismo y Experiencialismo resaltó que la arepa, en todas sus presentaciones, asada o fritas, se pueden encontrar en “las mesas más sofisticadas, luncherías, cantinas, hogares humildes y hasta en puntos de venta en las calle”, por ser el sustituto de diversos productos hechos a base de harina de trigo: panes, panquecas, galletas o alimentos alternativos como yuca, plátano, papas, entre otras opciones.
“La arepa es el alimento fundamental, popular e insustituible en la dieta del venezolano”, sentenció Aguiar, quien acotó que este es el alimento más identificativo, icónico, representativo y perenne en la cocina popular y sabia local, regional o nacional casera o profesional nacional.