“Debemos evitar la reinfección por SARS-CoV-2 porque aumenta el riesgo de padecer otras enfermedades”

Este lunes, 12 de diciembre, el científico y profesor español Gorka Orive aseguró que la COVID-19 prolongada no es un problema individual sino colectivo, puesto que se estima que más de 100 millones de personas en el mundo, con meses y hasta años después de tener el nuevo coronavirus, sufren de esta patología con más de 50 síntomas persistentes que van desde fatiga, hiposmia, dolores de cabeza, alteración cognitiva y del sueño.

“Esta pandemia tiene dos enfermedades, y la segunda es una enfermedad crónica que está cambiando la vida de las personas. Estas personas no puedan respirar, subir escaleras o responder cuando un semáforo cambia de rojo a verde. Estamos hablando de un colectivo de millones de personas que viven esta enfermedad: la COVID-19 persistente. Revistas científicas y diferentes trabajos han llegado a identificar más de 50 síntomas. La capacidad destructiva que tiene este virus es enorme. Si concretamos los síntomas podemos llegar a 26. En un estudio de 33 mil pacientes, el 6 %, prácticamente 18 meses después, sigue sin recuperarse, y el 42% solo se ha recuperado parcialmente”, detalló.

Durante el foro denominado “Situación actual de la pandemia COVID-19 y retos futuros”, organizado por el Ministerio del Poder Popular para Ciencia y Tecnología en el Teatro Teresa Carreño, el investigador Gorka Orive explicó que, curiosamente, la gente joven entre 30 y 45 años de edad sufre COVID-19 prolongada, además, subrayó que la mujer tiene el doble de riesgo que el hombre.

“La COVID-19 persistente es muchísimo menos frecuente en niños. Esta ha sido una pandemia que actuó más sobre la gente mayor y en gente con morbilidades importantes. Todavía hace falta estudiarlo más, pero hay un estudio más predominante y tremendo que revela que hay signos de envejecimiento prematuro en el cerebro de los adolescentes. La COVID-19 larga aumenta el riesgo de padecer otras enfermedades. En una persona que se haya infectado en dos o tres ocasiones hay mayor riesgo de padecer otras enfermedades. Hay que seguir evitando la reinfección porque están asociadas a mayor comorbilidad, independientemente o no de las vacunas. Hay mayor riesgo de desórdenes neurológicos, cardíacos, de síndrome de fatiga crónica, diabetes tipo 1. La COVID-19 prolongada está generando alteraciones en nuestra maquinaria para sufrir otro tipo de alteraciones en tejidos y órganos del cuerpo. Es una constante amenaza”, manifestó.

El experto indicó que algunos expertos han expresado que el virus SARS- CoV-2 permanece en el cuerpo y genera reservorios en los tejidos como partículas.

“¿Qué genera esto? Una inflamación, una desregulación; tenemos nuestro sistema de defensa activo permanentemente. Esos reservorios generan esa inflamación crónica. Los pacientes autoinmunes generan anticuerpos y esta acaba activando otros virus que viven con nosotros, pero que pueden dar muestras, incluso más evidentes y asintomáticas. Hay muchos que dicen que no podemos tratar a todos los pacientes con COVID larga de la misma manera, sino que tenemos que intentar personalizar la terapia, para eso hay que intentar subclasificar al paciente. Hay pacientes con una mayor persistencia de problemas vasculares.  Hay casos más ligados al sistema respiratorio, los pulmones han quedado dañados. Hay casos, que a mí me genera más preocupación como farmacéutico, este virus que ha sido capaz de entrar, actuar, y generar la pérdida de memoria, la confusión, y la pérdida de atención”, puntualizó.

Debemos aprender sobre la pandemia

Para el científico y profesor Gorka Orive, la humanidad debe estar preparada ante nuevas amenazas y crear un plan de preparación acorde a la realidad mundial.

“Ya lo aprendimos. Hay que utilizar las vacunas y las mascarillas adecuadas. Tener medicamentos propios, algo que nos permita hacer frente a las futuras amenazas. Más vale prevenir. Debemos especializar el tema de la COVID-19 prolongada. Necesitamos que haya médicos/as, profesionales de la salud, que tengan esa sensibilidad para atender a los pacientes que tengan estos síntomas, identificando sus causas, organizando los tratamientos, cuidando la salud mental, con el fin de ayudar a dar un mensaje, adecuado, correcto y constructivo ante la sociedad”, manifestó.

Orive reiteró que el impacto de la COVID-19 ha empeorado los casos de depresión y ansiedad en el mundo, especialmente en mujeres y jóvenes de 30 a 45 años de edad. “La COVID-19 persistente en la pandemia ha quebrado nuestra salud mental. Les voy a dar datos de mi país, España. La depresión es una de las enfermedades más comunes, un 33 % de las mujeres y un 20 % de los hombres. Se ha multiplicado en la población de 15 y 19 años”, detalló.

“Qué es lo que nos viene por delante. No hay tratamiento eficaz; no hay una solución mágica que uno se tome y se cure, pero sí sabemos que las vacunas reducen los síntomas; una persona vacunada tiene menos riesgos de sufrir los síntomas persistentes que una persona sin vacunar, y por eso es importante recordar a las personas mayores que tienen que tomar esta dosis de refuerzo. Tres dosis de vacuna reducen 13 de los 27 síntomas de la COVID-19 persistente”, enfatizó Orive. 

Prensa Mincyt/Karina Depablos.

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