La descolonización debe ser un eje transversal en las mallas curriculares de nuestras Universidades

Durante el coloquio sobre “La Universidad necesaria”, impulsado por el Mincyt, en Caracas, el filósofo boliviano, Rafael Bautista, manifestó que, cuando se va a debatir cuál es el tipo de ciencia adecuado, este ya no sería un asunto de elección simple, sino que, en la actual circunstancia histórica, “si no encontramos un conocimiento que nos permita el reencuentro con la vida, todos nos vamos a morir”.

Recordó los reveladores descubrimientos del alemán Werner Heisenberg y el principio de incertidumbre de la física cuántica que, desde la década de los años veinte del siglo pasado, habrían revolucionando la ciencia, para afirmar que todo nuevo conocimiento presenta una ruptura y abre un nuevo campo, y poder concluir que las universidades se habrían convertido en “simples fábricas de títulos cuyos conocimientos ya no sirven para nada”.

Para el analista, desde la publicación del libro sobre Los límites del Crecimiento, de Donella Meadows y otros autores —que se dio a conocer en 1972 y respondió a una investigación auspiciada por el Club de Roma—,  se sabe que no es posible sostener una economía del crecimiento para todo el planeta; sin embargo, apunta que, a pesar de esa constatación, el socialismo y los marxistas de esa época “no dijeron ni pío” y siguen afirmando ese tipo de economía.

Al describir el tipo de economía concebida bajo el eurocentrismo, sostiene que esta ha construido un mundo fuera de sentido, porque considera útil solo aquello que logra beneficios materiales o ganancias expresadas en moneda.

En esa misma dirección, recordó a Kenneth Boulding, economista, quien luego se convirtió en ecologista, al apreciar que la economía es una pseudociencia porque no se hace cargo de las consecuencias que produce, y no toma en cuenta el factor determinante de toda producción, como sería la naturaleza.

Como otro debate importante que se estaría impulsando en el presente, menciona el de la  transición energética y de las energías limpias  que, con la crisis en Ucrania, habría demostrado que tales energías “no son tan limpias”, porque afirma que la tecnología solar sigue dependiendo de recursos fósiles y “ese es un cuento que  ha sido funcionalizado por los países ricos del planeta para que nos metamos en la dinámica que ellos imponen, para que ellos sean otra vez los sujetos y nosotros los dependientes y, con eso, nos vanguardizarían”.

Priorizar las ciencias del agro y un ministerio de las culturas

Al abordar el tema central que convocó la realización de este coloquio, el sociólogo hizo énfasis en la importancia que merecen las ciencias del agro en la que sería una nueva estructura de las facultades “para que hagan una epistemología, en serio, que parta de la producción y la reproducción de la vida, porque producir el alimento no es una acción economicista, sino tiene que ver con la cultura y el espíritu”.

En lo que sería el conflicto ministerial y en el manejo de los recursos estatales, considera que ya no se puede tener como cabeza a quienes tradicionalmente se han ocupado de la economía y las finanzas, a los que define como “gente educada en la tecnocracia y con ese tipo de valores en la lógica del medio-fin-costo-beneficio, que han naturalizado en la educación los economistas”.

En esa misma dirección, afirma que, “si ustedes quieren impulsar una revolución democrático-cultural, un ministerio de las culturas es fundamental como cabeza ministerial o como cabeza al menos de un sector”.

En el caso de un ministerio de ciencia y tecnología, apunta que es inevitable que por necesidades estatales tengamos investigaciones de punta; pero necesitamos reponer, actualizar y desencubrir del olvido las tecnologías que nuestros propios pueblos han poseído por milenios.

Respecto al tema de la energía, considera que se debe empezar a revisar el concepto a profundidad, porque la primera energía no es el petróleo, es el agua.

Apunta que “todo se mueve con agua, si no hay agua no hay vida” y nosotros, en Sudamérica, tenemos de los acuíferos más grandes del planeta, entre ellos, el Orinoco, el endoreico boliviano conformado por el lago Titicaca y otras subcuencas hidrográficas, el Acuífero Guaraní y el Amazonas.

Recuerda, en ese mismo sentido, que cuando se habla del concepto de seguridad y soberanía alimentaria, ello involucra la soberanía hídrica, por lo cual “tenemos que empezar a pensar en soberanía energética”.

Del mismo modo, precisa que, para hablar de “una universidad reformateada en torno a las necesidades estatales populares”, se tiene que empezar a trabajar también con conceptos básicos como el de soberanía en relación con los recursos que se consideren estratégicos, porque nuestros países se han caracterizado por ser exportadores netos de recursos, sin diseñar su manejo estratégico.

Considera que, tradicionalmente, las élites que han gobernado o dirigido los países sudamericanos, consideraron los recursos energéticos como simples materias primas y privó solo su valor mercantil, sin reconocer su valor estratégico y, por ello, nunca fomentaron la investigación en esta área, la que hubiera posibilitado el impulso de un proceso de industrialización en términos nacionales.

De igual modo, afirma que no se puede confiar en una sola base energética porque ellas están tendiendo a agotarse, por ello, acota, debemos manejar varias bases energéticas para garantizar rubros estratégicos en la economía.

Prensa Mincyt/Marlene Otero.

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