En el marco de la quinta Olimpiada Juvenil de Ciencias y en el programa nacional Semilleros Científicos, la vicepresidenta de Ciencia, Tecnología, Educación y Salud, Gabriela Jiménez-Ramírez, aseguró que la vida es lo que está en disputa hoy, y esta comienza con el rescate, la conservación y la multiplicación de la semilla nativa en todo el territorio nacional, a través de la Alianza Científico-Campesina.
Durante su participación en el seminario «La semilla, madre de la biodiversidad», Jiménez-Ramírez reiteró que la semilla es la fuente de los alimentos, de las relaciones ecológicas, de la recombinación genética y de la vida puesta en manifiesto.
“Debemos estar en el campo recolectando semillas para entender lo que significa la biodiversidad. Esa respuesta maravillosa de la naturaleza, en expresiones múltiples, en alimentos agroforestales, pastos, forrajes, frutas, plantas medicinales, y en más de 428 rubros agroalimentarios de Venezuela. Lamentablemente, no nos reflejamos en esa diversidad nacional porque el agronegocio, las estrategias de dominación del mercado en el área de los alimentos secuestraban las semillas, y la vida la privatizaban. Con el presidente Nicolás y la aplicación de la Ley de Semillas, nos convertimos también en militantes de la vida, bajo la práctica agroecológica que respeta la biodiversidad biológica del país. Venezuela es el segundo país con más microclimas en el planeta. Es el séptimo país más biodiverso, y el quinto país con mayor diversidad biológica en aves, reservas de agua, minerales, gas, petróleo y Amazonía”, expresó.
Del mismo modo, la vicepresidenta subrayó que la semilla es un organismo vivo, en estado de latencia, que bajo las condiciones apropiadas rompe la cubierta que la cubre como si fuese una placenta, y se expresa en la medida que está nutrida y en un ambiente favorable.
“Ese vigor de la semilla se evidencia cuando va creciendo. Nosotros también somos semillas, de información genética y de vida. La privatización de la semilla pretende la dominación, privatizando la vida. La semilla es un acto político, científico, de resistencia. Es necesario despertar nuestros niveles de concienciación en la militancia, en la multiplicación de nuestras semillas; es nuestra cosmovisión. La semilla también es un elemento sociocultural, gastronómico, fuente de medicinas. Es tan estratégica que nos han querido borrar su existencia, pero es parte de la idiosincrasia del país. Los esclavos traían en sus uñas y sus ropas nuestras semillas, y cuando llegaron a América, esas semillas se recrearon en tierra fértil. Forman parte de nuestra cultura. Después de la Segunda Guerra Mundial, para calmar la hambruna, llegó nuestra papa”, resaltó.
En su ponencia, Jiménez-Ramírez comentó que la semilla recorre los territorios porque se mueve con las poblaciones, con el viento, con las migraciones y con el intercambio cultural.
“Es muy peligroso cuando las empresas quieren privatizar las semillas; quieren despojarnos de los elementos fundamentales de nuestra cultura. Cuando se secuestra una semilla y se patenta se prohíbe el uso público, y solo a través de licencias se puede tener acceso a esa semilla. Nosotros reconocemos la semilla como de interés social, en donde todo el pueblo venezolano tiene derecho y eso es un logro de la Revolución Bolivariana por medio de la Alianza Científico-Campesina. Nosotros no podemos entregar la fuente de nuestros alimentos, de biodiversidad, de nuestros medicamentos y nuestra cultura”, acotó.
Bienestar y soberanía
Para la vicepresidenta de Ciencia, Tecnología, Educación y Salud, Gabriela Jiménez-Ramírez, la racionalidad de la vida está en la semilla, por lo tanto, los militantes de la Revolución Bolivariana apuestan a la vida, a la semilla, al pueblo campesino con su semilla como el epicentro de todos los procesos políticos, sociales, culturales, económicos y productivos.
“Sin la semilla no somos nada, no somos campesinos. ¡Qué contradicción! Campesino sin semilla. Venezuela importaba millones de dólares en semillas para sembrar. No éramos conscientes de valorar nuestra biodiversidad ni de la soberanía que está contenida en la semilla. Este proyecto de la semilla de papa lo aprobó el comandante Chávez para que campesinos comiencen a rescatar las semillas ancestrales con biotecnología. Hoy, hay más de 120 semillas de papas rescatadas en manos de sus guardianes, los integrantes de la Alianza Científico-Campesina. Actualmente, está en 17 estados del país, garantizando soberanía, bienestar, alimentos sanos, seguros, soberanos y sabrosos”, puntualizó.
Añadió que la ciencia es una forma de hacer conocimiento, pero no es la única, y la Alianza Científico-Campesina ha permitido reunir el método científico con los saberes populares.
“Teníamos el mandato del presidente Chávez de acompañar a los campesinos y a las campesinas a rescatar la semilla de papa. Ellos sabían producir papa y nosotros sabíamos de tecnología. ¿Qué hicimos? Nos juntamos; y en ese caminar juntos, comenzó un proceso de transformación. Ocurrió un intercambio de experiencias entre científicos y campesinos. Son más de 3500 familias por toda Venezuela y en 17 estados, estas reciben genética para seguir multiplicando. La tecnología o te esclaviza o te libera. Hoy, esta alianza va estado por estado, municipio por municipio, reconociendo entre iguales. Los mandamos al páramo a formarse y los del páramo los visitan en sus unidades de producción y les entregamos genética, y luego la gente comienza hacerse de ese patrimonio”, aseveró.
Prensa Mincyt/Karina Depablos.